martes, 6 de diciembre de 2016

A un aprendiz de escribidor


A un aprendiz de escribidor

 

Destierro, encierro o entierro

es lo que puede pasarle a tu cuerpo,

si eres escribidor de relatos y cuentos

que no sean del agrado del gobierno.

 

Así que más tarde o más temprano

si se logra evitar el último,

te encontrarás con una maleta en la mano

huyendo hacia un incierto destino.

 

En la maleta una camisa

un sueter de repuesto,

al otro lado de cualquier frontera

deseando despertar de un mal sueño.

 

Unas veces andamos presos

otras andamos con un mono adivino,

mientras al margen escribimos

lo que buenamente podemos.

 

Es lo que ocurre en muchos países latinos

por ser escribidor de oficio,

mejor ser fotógrafo, vendedor de libros o mesero

y hasta envidiar a los perros callejeros.

 

Como para intentar vivir de los escritos

si ni muchos famosos lo han conseguido,

mejor que un Cervantes pobre, un Shakespeare próspero

pero con vivir del cuento yo me conformo.

 

Parece una mala profesión

la de aprendiz de escribidor,

en todos los países de dictadores

por denunciar los atropellos que hacen.

 

Lo explica muy bien todo esto Augusto Monterroso

escritor de microrrelatos consagrado,

de origen guatemalteco

exiliado en México hasta su fallecimiento.
 
 
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