lunes, 6 de junio de 2016

XLVI


XLVI



Son las siete de la tarde

éste poema no sé por dónde empezarle,

tomaré un té de momento

dejaré que las letras vayan fluyendo.



La tarde nublada está

como presagiando tormenta,

las moscas están muy pegajosas

las aves vuelas raudas, como locas.



Sentado en la terraza de casa

en un pueblo de la Vera Alta

entre sorbitos de te

veo pasar las nubes rápidamente.



Tienen formas caprichosas

raras pero muy hermosas,

flotando como pompas de jabón

de un inmaculado blanco algodón.



Ya parece que algo refresca

debe haber llovido por la sierra,

será barruntando el cambio de estación

ya que se acerca el verano con todo su rigor.




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