jueves, 26 de mayo de 2016

XXII


XXII

Contemplando esta hermosa mañana

me decido a pasear y dar una vuelta,

por una ronda norte muy transitada

de gente jóven y otras de edad avanzada.



Veo a Platero con unos briosos corceles

retozar en la pradera alegremente,

y un poblado de pequeñas casas

repartidas por la falda de la sierra.



Una piara de cabras

junto al pastor que las cuidaba,

el ladrido de su perro carea

que junto a ellas corretea.



El olor de las adelfas

sus flores rojas y blancas,

la espesa vegetación y la verde floresta

en esta lluviosa primavera.



La flor del olivo y las gramíneas

que provocan tantas alergias,

de una belleza sin igual

está toda la campiña cacereña.




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