miércoles, 6 de agosto de 2014

La que se avecina

Tengo que prepararme y mentalizarme par la que se me avecina. Desde el día uno de abril en que me realizan mi primera operación y sentado en una silla de ruedas y de ahí a la cama hasta que vuelvan a llamarme del taller para poderme terminar de una vez por todas de recomponer.
La espera se me antoja larga, pero una buena preparación mental y sicológica no me falta, me refugiaré en escribir y componer versos y poemas, unos cortos y otros más largos.
Lo que no soy capaz es de escribir una novela o un simple cuento que me motive y me ayude a pasar estos lances toreros tan inciertos.

Siempre me quedará mi socorrida y querida poesía
esas cuartetas, con su métrica y medida
contando cosas cotidianas de la vida
otras veces es pura inventiva.

Sueños que se convierten en realidad
y realidades que quisieran haber sido sueños
nunca exentos de cierta emotividad
por lo sensible que es su dueño.

Como dice mi amigo Enrique Herrera

Quiero ver ahora, en mis sueños
despierto, todo parece real
quiero mentir en mis sueños
despierto, todo suena a verdad.

Va pasando los días, como una rutina más, cargados de monotonía, deseando llegue la hora de la tarde en que me sacan a dar una vueltecita al parque, para que se despeje un poquito mi cabeza al lado del lago viendo cómo juegan los chiquillos, el corretear de los perros, mientras corre un ligera brisa de aire.

Y así paso toda la primavera, con la llegada del verano estoy impaciente de conocer unos resultados para saber cuándo definitivamente volveré a ser operado y poder salir de este letargo que se me está haciendo infinitamente largo.
Sentado en mi estudio sigo escribiendo todo lo que me sale de mi cabeza, componiendo como un puzle todas sus letras a diario.
El tiempo lentamente va pasando y ahora que los días son más largos y las noches más cortas, refugiado en la escritura y la música es lo que más me reconforta, aparte indudablemente de los cuidados y atenciones de mi bella y cariñosa compañera y esposa.
Sin ella no sé lo que hubiera sido de mí, pues así no hay quién viva, con tanto dolor, penas y fatigas.
Por fin llega una agradable noticia el próximo día ocho de julio tomo la alternativa en el hospital San Pedro será la corrida, ya empiezo a tener en mi rostro alguna que otra sonrisa.
Prueba superada, por fin he llegado a la meta, ahora hasta el día catorce de agosto con andador y muletas seguiré dando capotazos hasta lograr pasar la revisión completa.
Pero esto ya es otra cosa, la vida se empieza a ver de otra forma, un poco más de color de rosa. Tengo bastante independencia para no agobiar tanto a mi asistenta.
Cada hora de asiento quince minutos de paseo, para que se vayan fortaleciendo los huesos.
Después ya me indicaran el tipo de gimnasia que tendré que realizar en manos de la fisioterapia, ya que las piernas están muy flojas y blandas, después de llevar tantos meses sin dar un paso y menos una caminata.

Pero ya empiezo a ver el sol cada mañana
ya no veo negros nubarrones por mi ventana
son más alegres los días y las semanas
empiezo a estar optimista y reir de buena gana.

Mis escritos tienen ya una nueva chispita
las letras están cargadas de nueva sabia y alegría
para un cojo no hay mejor terapia
que ver que ya no cojea y que camina y anda.

Está el club de la comedia, el club de los poetas muertos y el club de los que andamos con muletas, y no precisamente muletas toreras, de esos que hacen unas grandes faenas y hacen más famosas las corridas taurinas.
Son muletas como para andar por casa, por las aceras y como mucho ir a echar la primitiva, muletas para gente no chulesca, sino cojitranca.
Muletas a las que ya le tengo estima y cierto cariño ya que han estado en varias ocasiones durante bastante tiempo conmigo, haciéndome acompañamiento en varias intervenciones, siendo el verdadero sustento de mi cuerpo y de mis ochenta kilos de peso.
Van pasando los días, trascurriendo el tiempo, noto que mis piernas cada vez se van más fortaleciendo y solo por esto me alegro y cada día estoy más contento.
Dichoso de pertenecer a éste club muletero, pues cuando veo a tantos jóvenes en sillas de ruedas de por vida postrados y es que el que no se conforma es porque no quiere ya va quedando menos para estar bien a mí me lo parece.

Hay cojos, que cojos nacen, cojos de nacimiento
cojos de una caída, cojos rencos
cojos para salir en la foto, cojos de ocasión
cojos que con mala pata, cojos que cojos son
cojos que son cojonudos y otros que son cojonatos a mi alrededor
y entre un cojo y otro cojo no sé cuál escojo.


( Adrián Sánchez Blázquez )





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